Solemos proclamarlo a los cuatro vientos y se ha convertido en estandarte de toda una generación: el físico no importa, lo verdaderamente importante está en el interior. Pero, en serio, de tú a tú, ¿podrías tener una relación estable con alguien que no te atrae ni lo más mínimo físicamente? ¿Puede una personalidad ser tan poderosa como para mantener vivo el amor independientemente de la atracción?
Puede que a estas alturas te estés echando las manos a la cabeza y pienses que, aunque lo has dicho miles de veces, realmente el físico sí es importante y no serias capaz de estar con alguien que no te atrae nada. Pero respira y deja de imaginarte a ese vecino al que siempre te cruzas con una camiseta imperio y los calcetines por los sobacos o a la chica de la oficina que parece vestirse con la ropa de su abuela: no es a esto a lo que nos referimos.
En realidad, y como ya sabrás, la belleza es subjetiva y más allá del aspecto físico hay otros factores de mucho más peso a la hora de sentir aprecio o amor por otra persona. Y uno de ellos es el que se basa en aquello de que el roce hace el cariño: seguro que más de una vez te has sentido atraído o atraída por alguien con quien pasas buena parte de tu día a día pese a que sabes que no es precisamente Brad Pitt o Julia Roberts.
Y es que realmente el físico es algo que no solemos valorar demasiado excepto cuando empezamos a pensar en ello. Aun así, eso no significa que podamos tener una relación con cualquier persona y que si hay alguien que no nos atrae nada, la cosa vaya a ir viento en popa: cuando la personalidad nos llama pero el físico nos deja más fríos que un cubito, las opciones son claras. O bien dejamos pasar el tema, o bien nos resignamos a tener un amor platónico y meramente psicológico, o bien nos dedicamos a amar la mente de esa persona y el cuerpo de otra. ¡Así de sencillo! Porque si una cosa está clara es que una relación sin sexo no va a ninguna parte, así que la próxima vez que te plantees tener una relación con alguien que te deja frío, ármate de valor y pon tus cartas sobre la mesa antes de salir corriendo.